EL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE EN LA FORMACIÓN DE PERSONAS ADULTAS

INTRODUCCIÓN

Empezaré con una frase que suelo repetir cuando empiezo a formar a futuros docentes: “En el momento en que decides ser docente, te conviertes en alumno para siempre”.

Esto es debido a que no podemos pensar que la docencia sólo tiene un componente unidireccional del profesor o profesora que “enseña” al alumnado, ya que nos estaríamos olvidando de lo más importante y la finalidad de toda acción formativa: “el aprendizaje”. Es por ello, que ambas palabras “enseñanza” y “aprendizaje” tienen una estrecha relación. 

Al dejar de poner el foco únicamente en “enseñar” para dar protagonismo al proceso de “aprender” es cuando empezamos a poner en valor a cada individuo para llevarle y guiarle hacia el desarrollo de las competencias que se requieren para la cualificación profesional. 

Abrir la mira hacia las personas que están “aprendiendo” nos hará tener en cuenta cómo enseñar, teniendo en cuenta las características y perfiles de nuestro alumnado. Del mismo modo, el docente no puede pensar que su función es únicamente enseñar. Cuando hablamos de “aprendizaje” automáticamente unimos este concepto al alumnado, pero esto es erróneo. El aprendizaje también debe formar parte del docente, para poder estar siempre actualizado y poder adaptarse a las nuevas circunstancias y situaciones.

Una de las preguntas frecuentes que suelen hacerme las personas que asisten a mis clases es el miedo a entrar en rutina, explicando una y otra vez lo mismo, llevando al docente a la desmotivación. Mi respuesta es clara: 

"Si eso sucede, sólo te estás enfocando en la primera parte ENSEÑAR, no en el proceso de ENSEÑANZA-APRENDIZAJE, porque cada grupo es diferente, no hay dos clases iguales".
 
La materia será la misma, pero tus alumnas y alumnos no lo serán. Ahí radica la importancia de enseñar o estar involucrado en el proceso de “enseñanza-aprendizaje”. Eso es a lo que Zabalza (2001) se refería como: "La reconsideración constante de cuáles son los procesos y estrategias a través de los cuales los estudiantes llegan al aprendizaje”. 

En Didáctica ¿Qué se entiende por el proceso de enseñanza y aprendizaje? Curiel, L. (2017), resume este concepto de forma clara y sencilla:



Existe un refrán popular que dice: “No se puede enseñar a quién no quiere aprender”. ¿Qué opinas? 

Seamos o no conscientes de ello, desde que nacemos hasta que morimos se producen infinidad de situaciones de aprendizaje. Una persona no puede decidir “no aprender” de igual modo que no puede elegir “no leer una palabra” una vez que la ha visto, porque el cerebro automáticamente lo integra e interpreta (siempre que sepamos leer y esté en nuestro idioma). ¿Sucederá lo mismo con el aprendizaje? Todo aquello que la mente sea capaz de interpretar, reconocer y comprender, lo hará, siempre y cuando fijemos la atención en el objeto de estudio. En resumen, si como docentes somos capaces de enseñar de tal forma que el alumnado comprenda y dote de significado el contenido que estamos transmitiendo, lograremos propiciar un entorno de aprendizaje.


Veamos ahora con más detenimiento, ¿Qué es enseñar? Según Curiel, L. (2017):



Dentro de la Formación Profesional para el Empleo (FPE) debemos poner el foco en enseñar en base a competencias profesionales, puesto que vamos a capacitar a una persona para una cualificación determinada. Hablar de competencia implica la integración de los conocimientos (SABER), las habilidades y destrezas (SABER HACER) y las actitudes ante un puesto de trabajo (SABER ESTAR). Esta “trilogía” es bien conocida dentro de los procesos de enseñanza-aprendizaje, ya que dotan de un sistema integral de enseñanza-aprendizaje.



Ahora bien, existen otros dos componentes más que no son tan conocidos pero que también son relevantes dentro del desarrollo de una profesión:
  1. Poseer la motivación suficiente para hacer algo: QUERER HACER
  2. Disponer de los medios y recursos necesarios que me permitan llevar a cabo el trabajo solicitado: PODER HACER.

Llegados a este punto, nos planteamos ¿Qué es el aprendizaje?

Como futuros docentes de formación profesional para el empleo (FPE), ayudaréis en ese cambio a vuestro alumnado para que sea capaz de desarrollar una actividad profesional de forma óptima y adecuada a la realidad laboral. Hablamos por tanto de un proceso de modificación orientada a la acción laboral.



La conducta inicial será el estado que tiene el alumno antes del proceso de aprendizaje y se observa en la evaluación diagnóstica al inicio de la acción formativa. El proceso de modificación sería la incorporación de la formación, así como nuestra acción como docentes. Ahí, entrarían los estilos de aprendizaje de cada individuo, los cuales se explicarán con más detalle más adelante. Al finalizar, deberemos volver a observar ese “cambio” en el alumnado para verificar si se produjo la conducta final deseada



Actualmente, se consideran cuatro grandes tipos de aprendizaje:


Las personas adultas aprenden de manera diferente a los niños o adolescentes. ¿Cuál puede ser la diferencia? Fundamentalmente en las experiencias vividas que las personas adultas poseen, debido al paso de los años y al cúmulo de conocimientos y destrezas que ha ido adquiriendo en su actividad profesional (si es que ha trabajado) así como en su vida cotidiana.

John Dewey (1938) decía: “Toda auténtica educación se efectúa mediante experiencia”. Otros autores como Malcom S. Knowles (1913-1997), autor de la “teoría de la andragogía ”, afirmaba que los adultos necesitan participar activamente en su propio aprendizaje

Por tanto, los métodos de enseñanza que elijamos deberán estar orientados a crear entornos activos y participativos poniendo al alumnado como protagonista de su propio aprendizaje.

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