Este certificado de profesionalidad
destaca como competencia docente, una persona capacitada para realizar las siguientes
acciones:
- Programar acciones formativas.
- Seleccionar, Crear y adaptar recursos y materiales didácticos.
- Impartir y tutorizar acciones formativas.
- Evaluar al alumnado y la propia acción formativa.
- Orientar profesionalmente al alumnado.
Las capacidades educativas y
docentes son múltiples, veamos algunos ejemplos:
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En este punto, me gustaría recordar la dinámica del “decálogo para ser un buen docente” que se realizó al inicio de la acción formativa. En este grupo, se llegó al siguiente acuerdo:
En primer lugar, se habló de la presencia física, en cuanto al uso de vestimenta adecuada en función de la acción formativa (no es lo mismo dar clases en un aula que, dentro de un taller de pintura, o que haya que ir con un EPI por protección, etc.). Por supuesto, se habló de la higiene personal. En segundo lugar, se destacó la importancia de tener las habilidades cognitivas necesarias para transmitir el conocimiento (ser experto en la materia y saber transmitirla adecuadamente). A continuación, se agruparon una serie aptitudes y actitudes que debería tener todo docente ante el grupo de clase (empatía, paciencia, humildad, asertividad, entusiasmo, motivación, despertar el interés del alumnado, respeto, trato humano…).
Por último, se destacaron capacidades propias del docente como son la planificación y la evaluación dentro de una acción formativa.
Se podrían haber añadido otras, que quedaron fuera por ser
un “decálogo”, como la responsabilidad, el sentido del humor, la equidad, la
actualización, la creatividad, la innovación, flexibilidad y adaptación al cambio,
etc. Otra de las cuestiones que se planteó es si todas esas habilidades
docentes se pueden entrenar. La respuesta fue que sí. A pesar de que cada
individuo tiene su propia personalidad, podemos entrenar cómo responder ante
una situación determinada que sea favorable para el proceso de enseñanza y
aprendizaje.
Existen una serie de destrezas clave o técnicas
docentes que se deberían dominar para garantizar la buena marcha de todo
proceso formativo. Estas destrezas se van a analizar en relación a las tres
etapas de toda sesión formativa: introducción, desarrollo y conclusión o
cierre. Además, se deberá tener en cuenta una presentación el primer día de
clase y una despedida el último día de la acción formativa.
INTRODUCCIÓN
- Presentar de forma clara y precisa el tema y los objetivos de la acción formativa.
- Realizar una recapitulación de los conceptos importantes del día anterior.
- Despertar el interés por el tema que se va a tratar.
DESARROLLO
- Establecer la relación entre conceptos ya conocidos con los nuevos.
- Resaltar los conceptos más importantes y destacarlos frente a los más superficiales.
- Resumir los puntos clave.
- Reforzar éxitos y logros del alumnado.
- Realizar recapitulaciones o conclusiones parciales.
- Poner ejemplos prácticos que ayuden a la comprensión de lo explicado.
- Explicar desde lo más sencillo a lo más complejo.
- Utilizar de forma adecuada el volumen, ritmo, las pausas… de forma didáctica.
- Utilizar los movimientos corporales y faciales para reforzar ideas y conceptos.
- Ordenar los contenidos de forma lógica para facilitar el aprendizaje.
- Dinamizar al grupo haciéndole partícipe de su propio aprendizaje.
- Realizar preguntas para involucrar al alumnado y evaluar sus progresos.
- Crear un entorno favorable y buen clima de respeto y apoyo mutuo, así como de confianza grupal.
- Manejar adecuadamente los recursos disponibles.
- Variación de estímulos y dinamismo para mantener la atención del alumnado.
CIERRE O CONCLUSIÓN
- Resumir los puntos clave o realizar un esquema general de lo aprendido.
- Evaluar el logro de los objetivos.
- Ofrecer orientaciones o información adicional.
- Intercambio de ideas en relación a lo aprendido.
- Felicitaciones por los logros.
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